Conflicto Palestina e Israel

(ca) Medio Oriente: luz a la situación – Vadim Grayevsky, miembro de CRAS-AIT

Fecha Viernes, 19 de Julio de 2002 13:02:24 -0400

 

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Desde Rusia con amor

4fc5d1d2f3b7d5439af1ea284eff0341_articleCompañeros, leo regularmente vuestro periódico recibido por nuestro CRAS, sección rusa de la AIT. La CNT y sus publicaciones son, a los ojos de mucha gente, el símbolo y portavoz del anarcosindicalismo internacional.

Y esta es la razón de que los materiales publicados en vuestro periódico tengan una significación mayor y más amplia que en el ámbito exclusivo de la CNT. Y, naturalmente, el internacionalismo es la parte constitutiva de nuestras convicciones anarquistas. Nuestra patria es el mundo entero, nuestras leyes son la libertad, según se cantaba en una vieja canción libertaria. Para los internacionalistas, no hay  «justos» y «culpables» en los conflictos nacionalistas. Lenin y todos los demás estatistas podían distinguir entre el nacionalismo «malo» de una nación opresiva y el nacionalismo «bueno» y «progresista» de una nación oprimida. Para nosotros, no hay nacionalistas buenos y progresistas, todos los nacionalismos son malos, son el peor enemigo de la liberación integral humana, lo que debe significar que el nacionalismo sionista-israelí y el nacionalismo árabo-palestino son, ambos, reaccionarios y bárbaros; ninguno puede tener nuestro apoyo. No podemos apoyar ni al estado israelí ni al planificado y posible estado palestino.

Fue, para mí, extraño leer en el CNT algunas publicaciones a propósito del conflicto del Oriente Medio, como, por ejemplo, el artículo de «Orwell» en el número 280 («David y Goliat»). Se pueden observar en este artículo matices y tonos muy dudosos desde el punto de vista internacionalista. El autor, como la mayor parte del medio «izquierdista» mundial, toma unilateralmente partido pro-palestino en este conflicto.

Es claro que la política del Estado israelí es la del apartheid y del terrorismo de Estado. Pero, ¿puede haber un Estado que haga una política buena? El Estado es el Estado y basta. Pero la Intifada actual llamada «Al Aqsa» busca un Estado propio y este Estado no será mejor que los otros Estados. ¿Podemos nosotros apoyar la «liberación nacional «árabe-palestina» tan estatista como el sionismo y los demás movimientos nacionalistas?

Es claro que las represiones estatistas israelitas contra la población civil palestina son terribles y debemos atacarlas. Sin duda. Pero es también seguro que nosotros, como internacionalistas, debemos atacar las acciones terroristas masivas de los nacionalistas palestinos contra la población civil israelí. La vida humana es la vida humana. Y yo encuentro peligroso e inmoral jugar con las cifras de muertos: «el terrorismo de marcha» y el colonialismo americano matan y matarán mucho más que los fundamentalismos islámicos etc. No hay muertos «buenos» y muertos «malos» o «mejores». Los muertos son muertos.

«El argumento de que «los atentados suicidas (de los terroristas palestinos) son buena prueba de la situación de desesperación e impotencia que se vive en Palestina» es. a mi parecer, también inmoral.

La desesperación no puede servir de justificación ni de actos antiproletarios y antihumanos de matanza ni de la política causante de esa desesperación. Nosotros no somos partidarios de las respuestas fascistizantes y nacionalistas que hace responsables a poblaciones enteras de la política de «sus» dirigentes.

Es claro que Sharon es un fascista. No hay duda. Pero los nacionalistas palestinos son igualmente fascistas. Matan a judíos por ser judíos, incluidos aquellos que están en contra de la política nacionalista israelita. Matan sin distinción alguna. Normalmente no matan a soldados, sino a la gente corriente. No es cierto que Hamas y la «Brigada Al-Aqsa» sean sólo «pequeñas sectas» como escribe «Orwell». Son organizaciones muy influyentes y a veces dominantes en las estructuras del poder militar de la sociedad palestina, y la segunda es simplemente la fuerza de choque del partido de Arafat. Aterrorizan incluso a sus adversarios en la propia sociedad palestina. ¿Es acaso imaginable lo que harían con los palestinos que quisieran arriesgarse a organizar una manifestación contra los nacionalismos y la guerra, semejante, por ejemplo, a la muy moderada manifestación israelí en abril?

rojda-2-1024x576La primera Intifada fue quizá, todavía en su comienzo, más o menos independiente de los políticos palestinos nacionalistas. Esta vez la situación es muy diferente. ¿Dónde quedan las acciones sociales independientes de la población? ¿Dónde están las huelgas de los trabajadores palestinos?

Estos y sólo éstos son los actos terroristas que cuentan – de un lado y de otro.

Todavía más. Los nacional-extremistas de ambos bandos trabajan en una cooperación silenciosa: el Estado israelí apoyando y casi amparando a Hamas para minar las posiciones de Arafat. Ayuda a Hamas a tener una influencia casi total en la sociedad palestina (sobre todo en Gaza y en Ramallah) para proteger y desarrollar un nuevo viraje en la escalada del nacionalismo y fundamentalismo militante en ambos campos, para proveerse de nuevos armamentos y… claro de nuevas ganancias. El propio Arafat era uno de los hombres más ricos de Palestina.

«Orwell» escribe sobre los 750.000 palestinos expulsados del Estado de Israel. Es verdad y es terrible, sin duda. Pero ello es también típico de los Estados. Si los Estados árabes hubieran vencido en 1948, habrían sido 600.000 los judíos expulsados. Y «los judíos» no son ni mejores ni peores que «los Árabes». «…Arafat es un terrorista…, Rabin fue también un terrorista…y… Sharon es un terrorista» ( Cf. Josep, «Porto Alegre II ¡Qué lástima!» CNT, abril 2002 nº 278). Las matanzas masivas organizadas de los israelíes son muy conocidas en los medios de «izquierda».

Pero ¿alguien quiere acordarse, por ejemplo, de la masacre, después de la Segunda Guerra mundial, de que fueron víctimas los obreros judíos de la mayor refinería de petróleo en Palestina, Haifa, organizada por nacionalistas árabes exaltados?

«Orwell» está muy mal informado sobre la historia del conflicto. Sin embargo, esta misma historia muestra todos los callejones sin salida de la forma nacionalista de planteamiento. Los emigrantes judíos que se instalaban en Palestina (muchos de ellos lo hicieron para vivir una vida comunitaria) construyeron sus pueblos en las tierras vendidas por los hacendados feudales árabes. Los campesinos árabes perdieron las tierras, pero los «propios» feudales trasladaron su tratamiento violento de los problemas de clase a la emigración judía. Los emigrantes, trabajadores judíos (por su parte) no han hecho nada para encontrar los contactos internacionalistas con los trabajadores árabes, por estar influidos por sus dirigentes socialdemócratas nacionalistas. Consecuencia: dos nacionalismos, en vez de luchas de clases. ¡Escoger entre dos nacionalismos es escoger entre la peste y el cólera!

En fin, pienso que debe de ser muy «agradable» para los trabajadores judíos del mundo entero leer en el artículo de «Orwell» que «los judíos son muy buenos accionistas de la bolsa de Washington». ¡Debe de ser verdaderamente muy «agradable» para los proletarios explotados leer que son ellos, los trabajadores, los que explotan y oprimen!. De un lado, este ultraje anti-clasista tiene ya un tufo al peor antisemitismo! Del otro, ¿Qué hay de los jeques sauditas bimillonarios, de los capitalistas americanos, europeos, rusos etc, que no son menos «buenos accionistas de bolsa», que son tan capitalistas como los capitalistas judíos?

Entonces, para terminar: No hay otra solución de los problemas israelo-palestinos que la lucha antinacionalista por la emancipación social humana. No se puede separar el nacionalismo de la existencia del Estado y del Capitalismo. Y estoy totalmente de acuerdo con el compañero Josep cuando escribía en el CNT (nº 278): «Es una lástima que ustedes no hubieran hecho un llamamiento a los hombres y mujeres israelitas y palestinos para que, de una vez por todas, se sublevaran en contra de sus respectivos gobiernos corruptos, criminales y terroristas… para que optaran por la cooperación y no por las armas… para que, algún día, pudieran dar por terminada la sinrazón y los odios… El derecho de la autodeterminación de los pueblos es un discurso del pasado…

Nuestras respuestas deben ser otras. Nos urge empezar a hablar de Humanidad y de la Patria Tierra…»

¡ Viva el anarcosindicalismo !

Vadim Grayevsky, miembro de CRAS-AIT

http://www.periodicocnt.org/281julago2002/ait/index.htm

 


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